domingo, 12 de junio de 2011

Desalojos, de Miriam Reyes


Desalojos
Miriam Reyes
Editorial Hiperión.
Madrid, 2008
68 págs.
POESÍA



Poemas a la muerte del ser querido, de la persona que te dio la vida. Un paso más que supone la consolidación de una voz que desde sus inicios se mostraba diferente. Es difícil hacer elegía pura, género lírico por excelencia, sin caer en lo sensiblero o en los tópicos más frecuentes.

         Pero Miriam Reyes (Orense, 1974) lo consigue en este Desalojos, su tercer poemario, tras Espejo negro (DVD) y Bella durmiente (Hiperión), una elegía por la muerte de su abuela que es, a la vez de llanto por el ser amado, ruptura definitiva con el pasado y con todo lo que va quedando de él. Sólo queda la huida:

La tierra prometida es cosa de otros.
Para nosotros la arena:
un paisaje que cambia con el viento.


        Su mirada desolada ante la reacción y las maneras de los otros no encuentra más refugio que el de la escritura:

Extraña manera de estar viva
esta manera de traducirse
en palabras.

        El desalojo del título hace referencia al reparto que los familiares se van haciendo de los objetos que llenan el piso de la difunta. La poeta permanece ajena a todo, recordando momentos y sensaciones con su abuela.

Ahora estás con todos
quien te quiera tener te tendrá como nunca
sin necesidad de discutir
dónde dormirás esta noche con quién pasarás el próximo verano.
Pero fuera no estás: la ciudad vacía la casa devuelta
la familia un montón de extraños unidos apenas por un amor
que les diste y todavía conservan.


         Como la vida misma tamizada por la belleza de sus versos.

martes, 24 de mayo de 2011

Fotopoemario (Joan Brossa y Chema Madoz)


Fotopoemario
Joan Brossa y Chema Madoz
La Fábrica Editorial
ISBN: 978-84-96466-5-6
89 páginas
22 euros
Madrid, 2008

Una colección de imágenes de uno de nuestros fotógrafos más internacionales comentadas por el mejor de nuestros poetas visuales.

Las contraportadas mienten. Joan Brossa no comenta las fotos de Chema Madoz. Lo que nos ofrece este libro es mucho más atractivo: es un proceso de creación conjunta. La interrelación entre dos de nuestros artistas más destacados se inicia desde el momento mismo de la creación. El libro está editado por La Fábrica, que es una de las editoriales interdisciplinares más interesantes de estos últimos tiempos. Pero cuando creen que ayudan al lector simplificando contenidos se equivocan. Un libro de fotos comentadas puede ser interesante; este libro lo es mucho más.

        Fotopoemario nace de la admiración mutua. Un Chema Madoz que allá por 1992, cuando tras años de aprendizaje que ya habían dado resultados brillantes, descubre el objeto ideal de su mirada artística, conoce la obra de un muy veterano Joan Brossa. Años más tarde escribirá que de él recibió su primera cura de humildad.

        Cuando Brossa descubre después las fotos de Madoz ocurre algo parecido: dice reconocer a su hermano.

        A partir de ahí es inevitable conocerse y profundizar cada uno en la obra del otro.

        Este libro es el resultado de un trabajo conjunto. Doce fotos y doce poemas y un lema que se aplica habitualmente a la obra de ambos:

Nada es lo que parece.

        Cada foto de Madoz, cada poema de Brossa, posee esa doble articulación. Lo que parece y lo que es. Y nunca estamos seguros de cuál de los dos ámbitos es el más cercano a lo real. Igual podemos aplicar ese lema a la unión de ambos poemas. Las fotos de Madoz son poesía lírica, del mismo modo que García-Alix nos cuenta historias aunque tampoco exentas de ese lirismo. La mirada más penetrante del lector reconocerá en cada texto algo que lo relaciona con las fotos. Y lo mismo podemos decir de cada foto. Parece que cada pareja (poema-foto) se crea conjuntamente, a partir de la anterior. Habría que preguntarle a Chema Madoz. A Joan Brossa ya no es posible, aunque sabemos que se ha de sentir orgulloso del libro conjunto con su hermano.

jueves, 19 de mayo de 2011

Todo como antes, de Kjeld Askildsen



Todo como antes
Kjell Askildsen
Prólogo de Julián Rodríguez
Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Debolsillo. Lengua de Trapo.
253 páginas
RELATOS BREVES

La ocasión de conocer la obra de uno de los autores noruegos más importantes, emparentado con algunos de los mayores autores de relatos del siglo pasado, como Kafka, Helmut Broch y Raymond Carver.



        Tres de los mejores libros de relatos de Kjell Askildsen (1929) se reúnen en este volumen: Últimas notas de Thomas F. para la humanidad (1983), donde reflexiona sobre la vejez, la soledad y el absurdo en el que se desenvuelven las relaciones humanas. Sus personajes parecen estar cansados de vivir: “La vida no quiere desprenderse de mí” dice uno de ellos que podría ser el propio autor. “Cuando morimos al menos dejamos de contradecirnos…” dice su hermano, que también podría ser el autor. Todo es casual. Nada parece ser lo suficientemente importante para ser recordado y, sin embargo, se nos queda pegado al alma. “Escribe mucho sobre el amor, sobre todo el amor físico. Me pregunto dónde lo habrá aprendido.”

        El segundo libro recogido es Un vasto y desierto paisaje (1992), donde a los temas anteriores se les une la sensación agotadora de que nunca aprendemos, de que una y otra vez caemos en la misma trampa. Cuentos breves, a veces muy breves, e intensos que piden ser leídos varias veces. En el relato que da título al libro se refiere a su mujer, a la que están enterrando con estas palabras: “No se podía hablar con ella de esas cosas, pues enseguida empezaba a hurgar en el interior de uno.” Los cuentos de Askildsen siempre hurgan en el interior de uno y de todos. El nihilismo aparente y formal oculta toda una declaración abierta del sentido de la vida.

        El tercer libro de esta colección es Los perros de Tesalónica (1996). El título hace referencia a “aquellos perros que después de copular ya no podían separarse.” Es toda una declaración de intenciones. Desde que publicó su primer libro, Desde ahora te acompañaré a casa (Lengua de Trapo, 2008), fue tachado de inmoral en su país. Quizá sea que a algunos no les gusta verse reflejados con tanto acierto en sus páginas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La isla de Aklan. Programa 4




Música: Tom Waits, Nacho Vegas, Zbigniew Preissner, Javier Bergia, RadioHead, Jeanette y Caetano Velhoso.

Textos: Rafael Suárez Plácido, Luis Alberto de Cuenca y Enrique Vila-Matas

martes, 17 de mayo de 2011

Crepúsculo de otoño


En el cielo azul
escribo con el dedo.
Crepúsculo de otoño.

Con el haiku inmortal que nos legó hace 250 años el japonés Issa Kobayashi, dejamos constancia de nuestro estupor ante el azul del cielo en el otoño de la sierra. Ya ha entrado el frío aunque no excesivo y aún sin demasiadas lluvias. El otoño nos trae a la sierra a Chema Madoz que nos ofrece algunas de las claves de su obra en una charla acompañada por algunas de sus fotos más hermosas.



        Sería una bonita foto: en el cielo, escribiendo con el dedo como si fuera un lapicero:

Crepúsculo de otoño

        En otro de sus haikus inmortales, Kobayashi se refiere a la luna menguante como al lento deshielo lunar. Metáfora apropiada a estos días en los que también menguan nuestras fuerzas. Estos días transcurren veloces, sin apenas dejarnos tiempo para nada. La contemplación del jardín va quedando relegada y siempre nos gustó disfrutar de la mutación de los colores. Del verde verano al dorado otoñal. El cielo salpicado de estrellas, sin apenas luna que las difumine, requiere del mismo modo toda nuestra atención.

Programa 3 de La isla de Aklan



Música de Devendra Banhart, Jane Birkin, Brahms, Israel Kamakawiwo'ole y Gavin Bryars.
Textos de Rafael Suárez Plácido y Vicente Molina Foix.

La tormenta

Vuelven las tormentas con fuerza. Los días amanecen con el cielo encapotado. Se hace difícil asistir a uno de los espectáculos más hermosos que conozco: el cuarto creciente de la luna desde mi jardín. Ahora mismo empieza a llover con fuerza.  Me dicen que es lo normal en Aracena, que aquí siempre ha sido así. A mí las noches de tormenta no me molestan. Me recuerdan a alguien que les tenía tanto miedo que aprendió a no dormir sin escuchar de cerca mis latidos. Yo le contaba historias que iba improvisando mientras la lluvia golpeaba los altos de mi casa.

        Son fechas de campaña electoral. Siempre evito hablar de política, pero hoy me he tropezado con una noticia muy curiosa. Resulta que el párroco de Aracena ha recomendado el voto al PSOE porque según él es la mejor opción para los cristianos. No voy a criticar que lo haga ya que la mayoría de los obispos han señalado directamente a la derecha. Esto al menos supone un avance. Lo que no deja de sorprenderme es que se refiera al candidato del PP públicamente, en privado allá cada cual con su conciencia, como “el gordo ese al que nadie conoce”. La tormenta cae con más fuerza. Me dicen que es lo normal, que aquí en Aracena siempre ha sido así. El desenlace de la historia no deja de ser curioso. El candidato del PP escribe una carta al obispado de Huelva pidiéndole amparo y le recuerda al párroco de Aracena que no tiene nada que temer de él ni de su partido, que el dinero que el Ayuntamiento está invirtiendo en las obras de la parroquia incluso aumentaría si él llegara a la alcaldía. Lo dicho, prefiero no hablar de política.

        Esta mañana he visto una viñeta de Forges que, además de hacerme reír, me parece que representa lo que algunos pensamos de la mayoría de los políticos en campaña electoral. El marido con el delantal puesto y la sartén en la mano le dice a su señora, que está sentada viendo la tele: “Hoy hago yo de cenar. ¿Dónde está la cocina?” Ahora parece que estos señores se empeñan en hacernos de cenar, pero muy pocos saben siquiera donde está la cocina.

domingo, 15 de mayo de 2011

La mirada encendida, de Ángel Fernández Santos



La Mirada Encendida
Ángel Fernández Santos
Edición de Carlos F. Heredero
Debate
ISBN: 978-84-8306-729-1
613 págs.
Barcelona, 2007

El director de la edición española de la revista Cahiers de Cinema, Carlos F. Heredero, ha editado recientemente los artículos de Ángel Fernández Santos, bajo el título La mirada encendida. Se trata de uno de los tres grandes críticos de cine que hemos conocido y ya han fallecido. Los otros dos serían Alfonso Sánchez y Augusto M. Torres.

 El libro se divide en cinco partes. En  “Claves de una mirada” nos cuenta su particular teoría del cine con ejemplos de clásicos que refuerzan sus palabras, ejemplos que no siempre escoge entre los tradicionalmente considerados clásicos. Para el capítulo de actores una de sus referencias es el trabajo que le valió el Goya a Santiago Ramos, en 1966, en Como un relámpago. Mucho más reconocido es, en cambio, otro de los ejemplos que utiliza, el trabajo de Fernando Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte, una de las películas de nuestro mejor cine, al que tanta atención prestó toda su vida Fernández Santos.

        La segunda parte, “Creadores”, es su canon particular de directores y actores preferidos: Orson Welles, James Cagney, Marillyn Monroe, Charles Chaplin o Marlene Dietrich engrosan una nómina que está en la mente de todos, pero también encontramos sorpresas muy cercanas, como nuestra admiradísima Juliette Binoche o, dando un paseo por los arrabales del star system patrio, el genial Luis Ciges.



        “Combates con el presente” reúne algunas de las crónicas que envió desde los principales festivales del mundo: Berlín, Cannes, Venecia, San Sebastián.

        Quizá lo que más vaya a interesar a los posibles lectores sea “Películas de una vida”, que es lo que su título indica: las reseñas más interesantes, no siempre positivas y siempre independientes, aunque tramadas desde dentro de uno de los grupos con más intereses en la industria. Repasamos algunas de las películas escogidas: El apartamento:

El talento incomparable de Wilder lleva dentro una cumbre de la comedia, probablemente la más alta.

        O esa secreta maravilla de contrastes y belleza que es La bella mentirosa, de Jacques Rivette:

No es posible dejar pasar por alto la formidable aventura que esta obra emprende dentro las zonas más delicadas y menos exploradas del cine…

        O dos de las más grandes películas de la ya mencionada Juliette Binoche: Herida, de Louis Malle:

un islote que emerge muy por encima del suelo del cine europeo…

        Y Tres colores, Azul,

Kieslowsky sigue remando en solitario río arriba y pese a ello, o precisamente por ello, se ha convertido en un clásico vivo del cine europeo…
       
        O Caro diario,

genuino cine de autor, como el de Chaplin y pocos más...

        O la mejor película del mejor Julio Medem, Los amantes del Círculo Polar:

un esfuerzo del cineasta de avanzar hacia su prehistoria íntima, lo que debe hacer siempre un artista…

        En “Autorretratos”  se recogen los artículos que hizo sobre las películas en las que él mismo se implicó como guionista, El Sur de Victor Erice, para muchos de las mejores españolas de todos los tiempos, entre ellas. Todo un seguro. Un libro indispensable no sólo para los amantes del cine, para cualquier curioso que desee entender algo más del siglo XX.

domingo, 8 de mayo de 2011

Gritar, de Ricardo Menéndez Salmón


Gritar
Ricardo Menéndez Salmón
Lengua de Trapo
ISBN: 978-84-8381-017-0
121 páginas
Madrid, 2007

¿Por qué no se editan más libros de relatos? Ya son muy pocas las editoriales que les dan cierto margen. Una de ellas, de las más interesantes, es Lengua De Trapo, dirigida por Pote Huerta, que en sus inicios apostó por las ya clásicas Páginas Amarillas y Líneas Aéreas, dos antologías magníficas que reunieron a lo mejor del relato español, la primera, y sudamericano, la segunda. Ahora publica este Gritar, del novelista español revelación de 2007 con La Ofensa (Seix Barral), Ricardo Menéndez Salmón. Se trata de su segundo libro de relatos, tras Los Caballos Azules (Trea, 2005), donde ya mostraba su gran capacidad para este género.



 Casi todas las historias de Gritar tratan de personas aparentemente normales que en un momento dado de sus vidas se cruzan con la muerte de un ser querido. En casi todas ellas, además, la escritura o la lectura ocupan un lugar predominante en sus acciones.

        “La vida en llamas”, el relato que inicia el libro, cuenta la historia de un joven que cuida a su padre en sus últimos días leyéndole un libro que parece que los une a ambos como nunca antes. Mientras tanto él fantasea con la vecina embarazada. Las mujeres embarazadas son también una constante en la obra de Ricardo Menéndez Salmón. “La vida en llamas” nos habla del poder sanador de la literatura, de cómo es posible que nos una más a los seres más queridos, porque a veces olvidamos que lo son.

El título del libro no importa demasiado. En cualquier caso, puedo asegurar que contaba una de esas historias que merecen ser escuchadas al menos una vez en la vida.
       
        Y el padre del narrador pudo hacerlo. Y este comprendió:

cuánto dolor existe en cada vida que nos rodea: la de las mujeres que esperan, la de los hijos que pierden a sus padres, la de los hombres en llamas.

En “Hablemos de Joyce si quiere” un joven aspirante a escritor que sobrevive haciendo encuestas sube al piso de un señor que le es extrañamente familiar y que con el tiempo lo será aun más.

Así que conoce a Joyce —dice el Martín cincuentón—. Hablemos de Joyce si quiere. ¿Es usted escritor?

        Así comienza todo. “A nuestros amores” cuenta la historia de un pintor que recuerda a una novia con la que fue a ver Al final de la escapada, de Jean Luc Godard. Tras ver la película se besaron de una forma tan apasionada que sintieron que ya nunca nada iba a ser igual. Es curioso: a mí me ocurrió algo parecido.

        En todas las historias aparece la literatura o el cine, el arte que, como ya escribió Vila-Matas, da sentido intelectual a nuestras vidas. La única historia que no sigue este axioma es la que da título al libro, “Gritar”, que el autor dedica a Hipólito G. Navarro, el contador de cuentos onubense, y que sigue el método cortazariano, que tanto ha cultivado Hipólito, de tratar lo extraño como si no lo fuera, creando así situaciones extrañas e impactantes. Los que aún no conozcan al narrador gijonés Ricardo Menéndez Salmón tienen aquí una formidable excusa para pasar un buen rato, leyendo historias sobre la vida y el arte, conocerse un poco más a sí mismo y, de paso, conocer a uno de nuestros mejores narradores actuales.

Esquelas

Estos días nos quedamos en casa y volvimos a encender las chimeneas mientras disfrutábamos las canciones de Bob Dylan, reciente Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 2002 fue Woody Allen. Estamos hablando de dos de las personas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. A Dylan se lo han dado por ser:

faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo.



        Habría que añadir que no lo consiguieron y se acomodaron en los sitios más altos del poder desde los que dan premios como este. ¿Quién escribirá estas esquelas? Desde luego si Dylan la lee no creo ni que venga a recogerlo. Nunca se sabe. Si cantó para Juan Pablo II todo es posible. Ojalá no lo hubiera hecho.

sábado, 7 de mayo de 2011

Calle de las Tiendas Oscuras, de Patrick Modiano



Calle de las Tiendas Oscuras
Patrick Modiano
Premio Goncourt
Editorial Anagrama
233 páginas
NOVELA

La mejor noticia que nos ha dado últimamente la industria editorial española es la recuperación de los libros del francés Patrick Modiano.



        El último caso es esta brillantísima Calle de las Tiendas Oscuras, con la que obtuvo en 1978 el Premio Goncourt y que edita Anagrama, como ya hiciera el año pasado con Un pedigrí y En el café de la juventud perdida.

        Un hombre aparece en París sin saber ni recordar nada de sí mismo y comienza a indagar en su pasado. Los pocos detalles que va conociendo le llevan al periodo de la ocupación, de los primeros años cuarenta. Dos mujeres hermosas y dos amigos se vislumbran entre nieblas y, poco a poco, nuestro protagonista va encontrando su sitio entre ellos.

        El lector se siente llevado de una realidad, que no sabe si es la cierta, a otra más grave que va tomando forma y deja ver las siluetas precisas. La historia de Guy Roland, si es que ese era su nombre, es la historia de Francia y la historia del mundo.

        Las novelas de Patrick Modiano, y esta es sin duda una de las mejores, siempre nos hablan de nosotros mismos.

viernes, 6 de mayo de 2011

El comienzo de la primavera, de Patricio Pron.





El comienzo de la primavera
Patricio Pron
XXIV Premio Jaén de Novela
Editorial Mondadori.
247 páginas.
NOVELA

Una visión de Alemania, de su arte y pensamiento, de cómo sucumbió al empuje y las ideas de Hitler y de cómo cuando se dieron cuenta del grave error ya era tarde.

Pero no sólo es un viaje por el pasado. La mirada de Pron abarca el presente y nos cuenta cómo hoy se siguen cometiendo los mismos errores.



       Se trata de la cuarta novela del argentino Patricio Pron (1975) y primera que se publica en España. No olviden a este autor, que está llamado a empresas muy altas. Y ya lo es, de largo, esta novela que cuenta la peripecia, vital e intelectual, de un joven profesor argentino, Martínez, en busca de un filósofo alemán apenas conocido, Hollenbach, discípulo y amigo de Heidegger.

        La teoría de Hollenbach, que tanto fascina al narrador, es la discontinuidad de la historia. Su explicación de los hechos es que estos no tienen explicación, que no hay ni causa ni efecto. Todo son circunstancias y nada sobrevive, si acaso lo que olvidamos sobrevive. Y quién sabe, quizá sea cierto que sólo así pueda explicarse el caos que nos rodea.

        Los acontecimientos van sucediéndose de una manera alocada en torno al protagonista que, a veces, se ve abrumado por los hechos y por los nuevos descubrimientos que va haciendo. La biografía de Hollenbach, su familia, su entorno, el propio Heidegger y otros profesores le envuelven no sólo intelectualmente. Él, Martínez, que a partir de la lectura de la lectura de una de las obras de Hollenbach, indagó y quiso saber más. Le envió una carta donde le pidió permiso para traducir uno de sus libros y recibió la respuesta denegándole el permiso. Hollenbach le preguntaba además por qué quería hacerlo. Y aquí se abre una respuesta que no es sino la misma vida de Martínez:

las razones por las que había estudiado filosofía, los motivos que lo habían convertido en un profesor, el azar de que aquella edición de Sobre la insatisfacción publicada en Cuernavaca llegara a sus manos… la ausencia de razones por las que se había liado con la profesora de alemán…

       Reconocemos los lectores que son esas mismas razones, el azar, algunas inquietudes y la vida, las que nos han llevado a donde estamos, a tener este libro de Patricio Pron entre nuestras manos y a disfrutarlo, a querer mirar hacia el pasado y saber cómo podemos conseguir sus libros anteriores, y a mirar expectantes sus próximas publicaciones: indagamos y queremos saber más.

jueves, 5 de mayo de 2011

Programa 2 de La isla de Aklan

La isla de Aklan

Empezamos en el mejor momento del año, reconociendo lealtad a la luna que nos protege ahora que empieza a crecer con nosotros y dejando atrás un verano de colores y de fríos, de viajes y de músicas extrañas que iremos mostrando, y de cine de verano en nuestro jardín bajo las estrellas.

Mapa de las corrientes. (De Serafín Portillo)


Mapa de las corrientes
Serafín Portillo
Renacimiento
Sevilla, 2008
POESÍA

Ese instante de ausencia
en que tiembla, se agita y prevalece
un río sin origen.


De eso hablo.

Son los primeros versos del tercer poemario del plasentino Serafín Portillo (1961). Y desde ellos asoma la poética del libro: una reflexión serena y meditada sobre el tiempo y la verdad. Una mirada atrás, al niño que hemos sido y al hombre que hemos deseado ser. Y todo desde un presente en el que no terminamos de creer. ¿Sirve de algo hacernos tantas preguntas? Si sólo buscamos respuestas, no nos sirve. Lo que importa es el camino, el camino que marcan esas corrientes sin origen. Y no hay origen, aunque sí se vislumbra la memoria:

Me refiero al recuerdo
en que aún prevalecen
los restos de la infancia
(…)
Pero es mentira todo,
el recuerdo es mentira.


        En esta indagación aparece la Poesía, quizá la única manera que conoce el poeta de tratar de no olvidar, aunque siempre quedará la duda de si nos permite o no alcanzar algo de plenitud:

Y me digo, si el verso es imposible
y no se justifica, ¿qué convoca?
(…)
¿serán nuestras palabras tan sólo un extravío?


        La Poesía, para Serafín Portillo, es el único camino para recordar ese origen incierto de las corrientes:

Tal vez por eso escriba,
porque no cabe hablar de lo que no sabemos,
sólo expresar ese temblor
que nos alcanza más allá de cuanto
podemos entender…


        Desde Extremadura, su campo y sus paisajes, Serafín Portillo nos ofrece la única respuesta que es posible:

La pregunta es lo que importa.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Fun home (Alison Bechdel)



Fun Home. Una familia tragicómica.
Alison Bechdel
Editorial Mondadori. Reservoir Books.
232 páginas.
NOVELA GRÁFICA

La mejor novela gráfica editada en España en los últimos años. El primer libro de Alison Bechdel (EE UU, 1960) da una vuelta de tuerca más al género híbrido entre el cómic y la novela.

Los que ya leímos y disfrutamos tanto a Frederick Peeters (Píldoras azules), o a Craig Thompson (Blankets), tenemos otra cita ineludible con esta brillante, divertida y muy emotiva historia. Los que no lo han hecho aún, tienen aquí una buena oportunidad para engancharse a este género.

Se trata de la autobiografía de la propia autora: la historia de un padre autoritario, (que siempre está leyendo o haciendo arreglos en la casa), y de una madre (con vocación de actriz y de pianista frustradas), que creían que se amaban, y que no terminan de convencerse de que ya son padres y las consecuencias que esto acarrea en sus vidas y en sus propios hijos.

El libro es también un recorrido íntimo por la mejor literatura universal del siglo XX, y una suerte de educación sentimental que va a llevar a la protagonista a preguntarse todo sobre sí misma y a ir sacando conclusiones que, como la vida misma, nunca dejarán de ofrecernos dudas.

La Carretera (Cormac McCarthy)




La narrativa norteamericana está viviendo el mejor momento desde que terminara la II Guerra Mundial. Entre los consagrados: Pynchon, De Lillo y Philip Roth; de los más jóvenes: Foster Wallace. Al menos al nivel de los mejores está Cormac McCarthy.

        Su última novela, la obra cumbre de una carrera llena de cumbres, es La carretera (Mondadori, 2007). Pulitzer y todos los premios del año en su país. Una historia a medias entre la Ciencia Ficción y el género apocalíptico. Tras una catástrofe, presumiblemente nuclear, un hombre y su hijo caminan por una carretera, huyendo del hambre y del frío hacia el sur, hacia el mar. Por el camino, un paisaje lleno de grises y tonos oscuros por donde no se puede ver el sol y apenas quedan seres vivos sobre la Tierra. Los hombres que quedan se agrupan en bandas que imponen el terror absoluto y que nuestra pareja protagonista va esquivando como puede. Todo apunta a una novela de género. La diferencia está en la escritura, en la economía del lenguaje que ya nos mostró McCarthy en sus otras obras y que aquí alcanza cotas de perfección con un lirismo al que sólo los grandes poetas pueden llegar. Los diálogos entre el padre y el hijo son pura poesía y pura verdad, contienen las preguntas esenciales sobre la vida y la muerte, sobre la verdad y la mentira, sobre el bien y el mal. La traducción de Luis Murillo, excelente, nos muestra un acabado muy cercano a lo que debe ser el original. Para muchos, la mejor novela de 2007.

lunes, 2 de mayo de 2011

La isla de Aklan. Programa 1

Sida mental. (De Lionel Tran)



Sida mental
Lionel Tran
Editorial Periférica
155 páginas
15 euros
NOVELA

En 1986 el protagonista lee en un editorial sobre su generación: “Es una juventud que padece sida mental. Ha perdido su inmunidad natural. Todos los virus degenerativos la afectan.”

         La impagable labor de rastreo que realizan los editores de Periférica a lo largo de toda Europa y Sudamérica no deja de procurarnos gratas sorpresas. Un buen ejemplo es esta corrosiva novela del francés, inédito hasta la fecha en España, Lionel Tran (1971).



        El autor bucea en los acontecimientos, públicos y privados, que han ido marcando su vida, y nos deja este documento sobre cómo le afectaron las relaciones: con su madre, producto desorientado, no sé si típico, del 68; con sus amigos y hermanas, con los que siempre se tantean planteándose relaciones de poder; y con los demás adultos, a los que no comprende.

       Realismo sucio, en el sentido de que nos cuenta los hechos tal y como sucedieron en su cabeza, cómo lo expulsaron del Paraíso, sin adornos, sin retóricas vanas, pero siempre inquietante. Realismo sucio del que siempre nos llega.

domingo, 1 de mayo de 2011

Verdetriste

Cada vez me acompaña más la soledad (…) Antes de comer me voy a dar unos paseos por el jardín, que huele verdetriste, que perfuma de ausencias y de nada. En la parte de atrás había un chopo blanco que olía a galgo y a Soria. Ahora mismo no sabría decir si sigue ahí o lo talaron por alguna razón. Voy a levantarme a mirarlo.

Así es, son días que huelen verdetristes. Mi jardín también huele así. No hace ni un mes que murió Bergman y ayer murió Paco Umbral. Así acaba el libro de los suyos que más ha llenado mi vida, Diario político y sentimental. No es la maravillosa elegía novelada de Mortal y rosa ni la lengua afilada y punzante, a veces también certera, de Las palabras de la tribu, pero tiene mucho de ambos y de todos sus libros y sobre todo tiene su prosa, una prosa que siempre extraía belleza de donde no la había, una prosa que se convertía en la auténtica protagonista del libro, de todos sus libros.

        Hacía ya bastante tiempo que sus artículos dejaron de interesarme. Demasiados agradecimientos. A Pedro J. Ramírez por montar su proyecto sobre la piedra angular de su artículo diario, y lo que es mucho peor, a Aznar por el Cervantes. Claro que lo mereció, pero también creo que ahí fue donde empezó a dejarnos. La maldición del Cervantes que sólo se saltó Torrente Ballester con Filomeno a mi pesar.

jueves, 28 de abril de 2011

Estambul, de Ohran Pamuk

Leo un libro realmente hermoso. Lo es como objeto y como conjunto de historias que son todas la misma. La historia de un niño y de una ciudad. Estambul, de Ohran Pamuk.



Desde niño me he pasado largos años creyendo en un rincón de la mente que en algún lugar de las calles de Estambul, en una casa parecida a la nuestra, vivía otro Orham que se me parecía a mí en todo, que era mi gemelo, exactamente igual a mí.
       
        A veces observamos hechos que nos ocurren y pensamos que le pasan a otro. A veces observamos hechos que pasan a otros y pensamos que nos están ocurriendo a nosotros. El autor que mejor ha tratado el tema del otro es Borges. Él siempre añoró ser otro diferente del que era y así lo dejó ver constantemente en sus escritos. De todos sus libros me quedo con un librito de poemas que publicó en 1961, El otro, el mismo. Entre sus páginas hay joyas como el "Poema conjetural", donde podemos leer estos versos:

Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.


        Es fácil imaginarse a uno mismo como un Laprida derrotado y humillado por bárbaros a los que previamente has dado la independencia, por bárbaros que no son mejores que tú. Me gusta especialmente este libro en el que El Otro es un Dios que crea escribiendo y que a veces se llama Homero, a veces Milton, a veces Cervantes. Hay quien piensa que desde Homero ya está todo inventado: los raptos pasionales, las batallas más o menos justas, los intentos vanos o no de los hombres por asumir el poder, la justicia o la injusticia de los dioses, los libros de aventuras y de viajes, el azar, la más hermosa historia de amor. Es posible, no lo niego. Pero aun así, no dejaré de encontrar belleza y compañía en libros de autores actuales.

miércoles, 27 de abril de 2011

Las tormentas

Vuelven las tormentas con fuerza. Los días amanecen con el cielo encapotado. Se hace difícil asistir a uno de los espectáculos más hermosos que conozco: el cuarto creciente de la luna desde mi jardín. Ahora mismo empieza a llover con fuerza.  Me dicen que es lo normal en Aracena, que aquí siempre ha sido así. A mí las noches de tormenta no me molestan. Me recuerdan a alguien que les tenía tanto miedo que aprendió a no dormir sin escuchar de cerca mis latidos. Yo le contaba historias que iba improvisando mientras la lluvia golpeaba los altos de mi casa.

        Son fechas de campaña electoral. Siempre evito hablar de política, pero hoy me he tropezado con una noticia muy curiosa. Resulta que el párroco de Aracena ha recomendado el voto al PSOE porque según él es la mejor opción para los cristianos. No voy a criticar que lo haga ya que la mayoría de los obispos han señalado directamente a la derecha. Esto al menos supone un avance. Lo que no deja de sorprenderme es que se refiera al candidato del PP públicamente, en privado allá cada cual con su conciencia, como “el gordo ese al que nadie conoce”. La tormenta cae con más fuerza. Me dicen que es lo normal, que aquí en Aracena siempre ha sido así. El desenlace de la historia no deja de ser curioso. El candidato del PP escribe una carta al obispado de Huelva pidiéndole amparo y le recuerda al párroco de Aracena que no tiene nada que temer de él ni de su partido, que el dinero que el Ayuntamiento está invirtiendo en las obras de la parroquia incluso aumentaría si él llegara a la alcaldía. Lo dicho, prefiero no hablar de política.

        Esta mañana he visto una viñeta de Forges que, además de hacerme reír, me parece que representa lo que algunos pensamos de la mayoría de los políticos en campaña electoral. El marido con el delantal puesto y la sartén en la mano le dice a su señora, que está sentada viendo la tele: “Hoy hago yo de cenar. ¿Dónde está la cocina?” Ahora parece que estos señores se empeñan en hacernos de cenar, pero muy pocos saben siquiera donde está la cocina.

sábado, 23 de abril de 2011

Almendras amargas

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.

Le leo el inicio de El amor en los tiempos del cólera a una amiga muy querida, y me recuerda que el olor de las almendras amargas es el olor del cianuro. Y las lilas siguen creciendo junto a mi ventana que da al monte San Ginés. Yo de mayor quiero ser Florentino Ariza y ya voy perfilando el color de los ojos de Fermina Daza, negros y con rasgos orientales.

viernes, 22 de abril de 2011

Contra Elliot

Repaso el libro de Murakami. Me encanta el personaje de Midori, al que reconozco a mi lado, y me encuentro con algo que también ya intuía:

Cuando terminó abril llegó el mes de mayo; mayo fue mucho peor que abril. En mayo, en plena primavera, ya no pude evitar sentir cómo se estremecía y temblaba mi corazón.

        En mayo siguen creciendo lilas junto a mi ventana y me encuentro por azar con la triste noticia de la muerte de José Watanabe. Justo ahora, cuando empezaba a hacerse un hueco entre nosotros. Me acerqué a sus libros a través de la antología Elogio del refinamiento:

Hubiera querido inscribir mi poema en todo el paisaje
pero mi ojo, arbitrariamente, lo ha excluido
y solo vuelve con obsesiva precisión
a aquel bello y extremo problema de texturas:
el muslo
contra la roca.


        Recuerdo que yo también pensé en texturas, en tu muslo contra la roca. Yo soy la roca. Tú eres Mara. La vida de José Watanabe fue una vida cargada de muertes prematuras que formaron un intenso poso que, en lugar de agriar su carácter, lo hizo adicto a la belleza, al refinamiento.  Él ya sabía de la proximidad de la muerte mientras escribía el último de sus libros: Banderas detrás de la niebla, y quizá por ello llegó a fundirla con la vida y la colmó de belleza en el intenso poema “Orgasmo”:

¿Me dejará la muerte
gritar
como ahora?


        Quizás oigamos sus gritos a través de sus libros.

Abril

 Ya habrán florecido las lilas en mi jardín, junto a la ventana que da al monte San Ginés. Abril sigue siendo el mes más cruel. Ya me avisó hace unas semanas una amiga con palabras parecidas. Y es cierto: este abril especialmente llega con tristeza y con enfermedad. Leo Tokio blues del japonés Haruki Murakami. Él también parece estar de acuerdo:

Sin duda, abril es el peor mes para estar solo. En abril, a mi alrededor todo el mundo parecía estar feliz.

        Un día soleado en el que todos parecíamos felices, alguien me decía que los personajes de este libro eran seres descolocados con relaciones muy peculiares. Así es: relaciones peculiares quizá porque no parece que hagan nada por evitar las pequeñas catástrofes que se les avecinan. Ahí encuentro el rasgo más oriental de Murakami: no importa tanto que se lleguen a consumar las situaciones deseadas. Y no sólo eso: se respetan siempre las decisiones del otro, aunque no las deseemos, aunque pensemos que el otro tampoco las desea.

         Lo que más me llamó la atención es que yo me había visto reflejado en ese libro. Me parecía que sus personajes, especialmente el protagonista, Watanabe, actuaban de la manera que yo vengo haciéndolo en los últimos años. Quizás entonces yo sea un personaje descolocado con amores peculiares. Y se me vino a la cabeza aquella frase que escuché a Gonzalo Torrente Ballester:

Pero mire usted, caballero. Es que a mí en el fondo sólo me interesan los personajes descolocados.

jueves, 21 de abril de 2011

Para mí también son importantes los lugares

Escribía Peter Handke que para él siempre habían sido importantes los lugares y enumeraba los suyos favoritos, en su país o en otros países, también en España, haciendo un lento recorrido a lo largo de toda su obra. Para mí también son importantes los lugares. Aunque nunca termine de sentirme parte de ellos hay sitios que justifican la vida. Una playa en Gran Canaria, Sevilla, una plaza en Marrakech, la isla de La Palma, otra playa que acaba en una iglesia en Gijón.

        Estos últimos años ha habido uno en especial que recorría cada día, el que va de Aracenilla a Aracena por la carretera de Alájar. Cada mañana, antes de las ocho, bajaba hacia el pueblo y la imagen del castillo era cada día diferente, con el rojo que lo envuelve todo cuando aún no ha amanecido o la niebla densa que te lo va mostrando poco a poco. Me hacía sentir, usando palabras de Manuel Vicent, que cada mañana bajaba a inaugurar el mundo. Han sido cinco años habitando ese lugar. Las palabras cambian, las expresiones pueden ser diferentes: el sentimiento siempre ha sido el mismo.

        Tengo la costumbre de asomarme a películas que me gustaron y que siempre me ofrecen algo nuevo. Ayer fue el turno de Smoke, el precioso cuento de cuentos de Wayne Wang. Lo cierto es que estoy planteándome dejar de fumar y me preocupa dejarme llevar por tanta estupidez. Cuando se me pasa por la cabeza una idea así necesito que algo me disuada y qué mejor que esta historia de fumadores que conversan sin cesar. Hay una escena que ya casi tenía olvidada: Auggie, el personaje que interpreta Harvey Keitel, todas las mañanas saca una foto de la esquina de su estanco. Es su lugar. Para él también son importantes los lugares. Hace ya varios años que lo hace y le enseña orgulloso las fotos a John —William Hurt— que inicialmente pasa las páginas muy rápido y dice: “Son todas la misma foto”.  Auggie le sugiere que las pase más despacio y entonces que sí, siempre es el mismo lugar, pero siempre es diferente: la luz, las personas, algún coche, la música. Sí, también la música.

        Si yo hubiera hecho lo mismo que Auggie estos seis años, una foto cada día de mi camino, nadie habría pensado nunca que se trataba de la misma foto. Y sólo hablo de cinco años. Los que tienen más edad que yo ya ni quieren pasar por aquel lugar. Les duele demasiado.

        Recuerdo un artículo de Juan Bonilla sobre Ring Lardner, uno de los guionistas expedientados por McCarthy en aquella Caza de Brujas particular que vivió Estados Unidos. Le preguntaron si había pertenecido o aún pertenecía al Partido Comunista Americano. Sólo dijo que si respondiera a esa pregunta se odiaría cada mañana. Un héroe de nuestro tiempo. Las personas dignas son héroes. No hay demasiados, por eso cambian tanto algunos lugares. Por eso un pasaje natural delicioso lo han convertido en un infierno de ladrillo y cemento.

miércoles, 20 de abril de 2011

El extranjero

Cuando en 1942 Albert Camus desea retratar la figura de Meursault, el protagonista de El extranjero, el primer paso que da es romper todo vínculo con su infancia y para ello mata a la madre del protagonista. La infancia, ya lo sabemos, es nuestra única patria. Cuando Ladislao Almasy, el personaje de El paciente inglés, quiere contarle a K algo de su vida, lo hace mostrándole la nana que le cantaba su nodriza húngara para acompañarle en el sueño



        Yo mismo me he sentido un privilegiado habitando mi otoño y primavera sevillanos y mi verano e invierno grancanarios, pero si me preguntaran por el lugar dónde he sido más feliz tendría que responder que en la biblioteca de mi padre.

        A partir de ahí siempre he sido un extranjero. No sólo en Sevilla, allá donde he ido sólo me he sentido parte del lugar cuando me he adentrado en las librerías y en las bibliotecas de mis amigos. Recuerdo también la colección de vinilos de jazz que tenía mi padre. Allí empezó el miedo que siempre he tenido al saxo, un miedo que me atraía tanto… Miedo a lo que sale tanto de tan adentro y miedo a que pudiera hacerme entender tantas cosas sobre mí. Miedo a que todos descubrieran que yo sí era un extranjero, y que lo era en mi propio país, en mi ciudad, en mi casa.

        Hoy, tantos años después, reconozco un sentido que me lleva a encontrarme con aquellos que sienten esa misma circunstancia en sus vidas. Personas que igual nunca han oído hablar de Meursault, pero que ya llevan cicatrices en su cuerpo de una vida que les ha llevado de aquí para allá. Extranjeros que ya saben que no es cuestión de lugares, sino de uno mismo. Ya lo escribió Rilke:

¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo.

martes, 19 de abril de 2011

El Poema de Áyax, de José María Algaba

ÁYAX ENTRE NOSOTROS



El poema de Áyax
José María Algaba
VII Premio de Poesía Aljabibe
Endymión, Poesía
ISBN: 84-7731-433-0
61 páginas
Madrid, 2006
      
Siempre me gustaron las historias tristes. Todas menos la mía. Un hombre que no para de reír, pero que en realidad suplica que lo salven a los ojos más tristes y hermosos del mundo. Si algo empezaba a gustarme lo iba haciendo mío y acababa poniéndome en su lugar: la historia de Áyax, por ejemplo. Y me gusta cómo me la cuenta José María Algaba, una voz diferente, la voz a la que todos íntimamente aspiramos:

Habito en un espejo. Obedezco. Las bayas me alimentan
y caen sobre mí animales sombríos, ingravidez y mirtos.


         La historia de Áyax es conocida: el más fuerte entre los guerreros aqueos que van a Troya y el más valiente. Al caer Aquiles con la flecha de Héctor, solicita su puesto. No se lo dan y esa noche, creyendo matar a todos los que prefirieron a Ulises, creyendo haberse convertido en un héroe, da muerte a un rebaño de corderos. Cuando lo descubre no soporta la humillación y se suicida clavándose su propia espada. José María Algaba traslada esta historia al presente. Áyax es el poeta que lucha por ofrecer al mundo sus poemas, a un mundo que conforman su padre y sus hijas.

        Decía Peter Handke que en nuestra vida sólo hay dos momentos esenciales: aquel en el que somos hijos y observamos incrédulos y rebeldes cómo nuestros padres desean formar parte de nuestras vidas; el segundo es cuando tenemos hijos y tratamos de hacer lo que vimos intentar a nuestros padres, que ya no están. Algaba también vive esos dos momentos con las armas de Áyax y con el conocimiento pleno de este mundo. Asume sus momentos más gloriosos y también los de humillación y dolor. Cuando escribe lo hace con sangre de su propia sangre.

Hijas mías, el poema
luchó contra la muerte.


        Porque sabe que el poema que mata es también la única salvación.

No hay más sustancia que la que tienen las palabras
inextricables, luminosas como el pan en la mesa.


        La otra manera de sobrevivir es el hijo. Así aparece en “Casandra, hija mía”, el poema central de esta primera parte del libro. Su hija, como la hija de Príamo, es la única que tiene las respuestas. Pero son respuestas inútiles porque en nada van a cambiar el rumbo de las cosas. La presencia de la hija le evoca también el lado más amable del padre y juntos le dan momentos de belleza, como la que disfrutamos los afortunados lectores de este libro.

Interior con islas, de Manuel Moya

UN SUR DONDE ATRACAR




Interior con islas
Manuel Moya
Pre-textos, Poesía
ISBN: 84-8191-783-4
82 páginas
Valencia, 2006

La insularidad es uno de los grandes temas de Manuel Moya. No de Manuel Moya, sino de Manuel Moya. Dejen que me explique: hay varios Manuel Moya. Algunos son muy obvios porque usan otros nombres; otros no lo son tanto porque para confundirnos llevan el suyo. De todos ellos prefiero a los dos que más difieren: a Violeta C. Rangel, la aventurera que cada noche atraca en un cuerpo distinto a cambio de unas míseras monedas o, a veces, por unas pocas palabras que le son gratas o algo de calor, y al viajero, el explorador de tantas islas lejanas en el tiempo y en el espacio.

         ¿Qué lleva a un poeta serrano y profundamente arraigado en su tierra a dirigir su mirada a las islas? Alguna vez lo ha explicado:

Capturar esas islas, trazarlas sobre el círculo impar de la camilla, fue una grata aventura.

        Y todo ello unido a su particular sentido de obra en marcha o como él la prefiere llamar:

la duna móvil que puede ir dejando atrás, a la vez que añadiendo, elementos en su camino.

        El camino es un proceso de interiorización:

… a las islas no se llega por el mar ni por la vida.
Existen allá donde la luz cruza el espejo.


        Y la mayoría de las veces no tiene retorno:

De ellas no se vuelve, mas si vuelves
no podrás volver del todo.
En sus playas he agotado cuanto fui.


        De todas estas islas yo prefiero “Guanarteme”. Quizá sean razones personales las que me llevan a esta elección. Mis veranos canarios, la familia que es junto a las lecturas lo único que realmente me pertenece, también la belleza:

Nada te costará aceptar que acaso sea la isla más hermosa de la Tierra. Hermosas serán a tus ojos sus mujeres, su apagado volcán, su luz violeta.

        Suscribo estas palabras como si fueran mías: no, realmente son mías. Yo también busco

… un sur
donde atracar…


        Y a veces, la mayoría de ellas, lo encuentro en la mirada de estos versos que me ayudan a cruzar el espejo.